viernes, 20 de diciembre de 2013

COMUNICADO DE LA RED DE BLOGS COMUNISTAS CON OCASIÓN DEL CXXXV ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE STALIN

Un 21 de diciembre de 1878 nació el hombre que más odio ha concitado jamás a la burguesía.
En él cada burgués vio –y lo más importante: ¡sigue viendo!- el final de su propio mundo, un mundo hecho de guerras entre pueblos, de millones de hombres y mujeres arrojados a la pobreza y la enfermedad, un mundo, en definitiva, de rapiña y destrucción; pero también un mundo hecho de pequeñas miserias e infamias, de las indignidades cotidianas por donde transcurre plácidamente la vida burguesa.
Stalin representa para el proletariado y los oprimidos del mundo un símbolo de firmeza e intransigencia contra nuestros enemigos de clase y contra los oportunistas de todo signo.
Los enemigos de clase del proletariado sienten un odio pavoroso contra Stalin porque a él le correspondió después de la muerte de Lenin, ser el dirigente de la lucha tenaz de obreros y campesinos para consolidar la Dictadura del Proletariado que había sido instaurada por la gran Revolución de Octubre en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Por ello, el camarada Stalin se convirtió en el símbolo del poder de los trabajadores que antes eran explotados y oprimidos, del poder que aplastó no sólo a los reaccionarios internos, sino que rechazó, derrotó y aplastó las embestidas de las bestias imperialistas, una vez culminada la I Guerra Mundial.
El camarada Stalin fue para los oportunistas como Trostky, Bujarin, Zinoviev, Kamenev, etc. y sus herederos, y sigue siendo para todos los oportunistas, un odiado enemigo, porque le correspondió ser el dirigente de la lucha continua que libró el Partido Bolchevique contra estos representantes de la burguesía en el seno del propio Partido, del nuevo Estado y del movimiento obrero, derrotando y desprestigiando no sólo sus tesis ideológicas sino también sus intentos divisionistas y liquidadores del Partido; pero, sobre todo, y esto es lo que más les duele, aplastando con el poder armado de los obreros y campesinos, todos sus sabotajes contra el nuevo Estado y la economía socialista.
Por ello, José Stalin se convirtió en el símbolo de la lucha inflexible e intransigente, contra el oportunismo que es la doctrina que representa los intereses de la burguesía en el seno del movimiento obrero.
En la mirada tranquila de ese hombre sencillo y modesto, la burguesía mundial entrevió el crepúsculo de su recorrido histórico como clase dominante.
Y es natural que así fuera: bajo la dirección política de quien nació ahora hace 135 años hubo un país, la Unión Soviética, que, al precio de casi 40 millones de muertos y una gigantesca devastación, aplastó por dos veces las sucesivas invasiones de que fue objeto por parte de las potencias capitalistas; ese mismo país, en ese mismo periodo, pasó de ser un Estado semifeudal a convertirse en la mayor potencia económica mundial; mientras tanto, se extirpaba el secular analfabetismo, el desempleo, se universalizaba por vez primera en la historia de la humanidad la asistencia médica... Y todo ello sobre bases radicalmente distintas de la explotación del trabajo asalariado por la clase parasitaria llamada burguesía.
Stalin se convirtió en el símbolo de la nueva sociedad en la cual ya no pueden existir parásitos explotadores que pretendan vivir a cuenta de la explotación de las masas trabajadoras.
A Stalin le correspondió el gran honor de haber derrotado y aplastado al fascismo nazi y haber liberado a los pueblos de Europa de tal amenaza. Aunque la burguesía ha tergiversado la historia de la II Guerra Mundial, presentándose ella como artífice de la derrota del fascismo hitleriano, en realidad fue el glorioso Ejército Rojo dirigido por el camarada Stalin quien lo derrotó, lo que le convirtió en un símbolo del triunfo de la guerra del pueblo sobre la máquina de guerra del fascismo y del imperialismo.
El socialismo, el inmenso poder revolucionario de las masas trabajadoras, el Partido y una sólida dirección marxista-leninista, a cuyo frente estaba el hijo de un zapatero georgiano, lo hicieron posible.
El internacionalismo proletario desencadenó una gigantesca corriente de simpatía y admiración por la Unión Soviética y su indiscutible líder. A su muerte, en 1953, millones de ciudadanos no soviéticos de Asia y Europa vivían bajo regímenes socialistas.
A Stalin le correspondió dirigir la consolidación y desarrollo de la III Internacional Comunista y de su lucha por educar, organizar y movilizar al proletariado mundial contra la explotación y la opresión del capitalismo imperialista, logrando que la clase obrera nuevamente “tomara el cielo por asalto” e instaurara su dictadura en países como Albania y China, dando lugar a un campo socialista en más de la quinta parte del planeta.
Por todas estas razones, Stalin se convirtió en el símbolo del nuevo mundo, de la nueva sociedad, donde por primera vez en la historia, la inmensa mayoría, los obreros y campesinos, fueron quienes gobernaron y decidieron el futuro.
El nombre de aquel hombre era y es Stalin, apodo que significa Acero y bien hace honor a la obra de este gran comunista y revolucionario.
Como todo ser humano el camarada Stalin también cometió errores pero criticar a Stalin sin ver el contexto histórico sumamente complicado a que hubo de hacer frente es caer en el más vil oportunismo.
Stalin: obra del rumano Jules Perahim
Detrás de los ataques contra Stalin en realidad se esconden los ataques contra el marxismo-leninismo, contra los principios comunistas.
La defensa de Stalin es una cuestión de principios, particularmente una defensa del marxismo-leninismo que Stalin sistematizó, defendió y desarrolló; una defensa de los partidos comunistas militantes que preparan y hacen la revolución, y la dirigen; una defensa del camino revolucionario al socialismo y el comunismo; una defensa de la revolución proletaria violenta, de su estrategia y su táctica; y una defensa del principio de la dictadura del proletariado.
La defensa de Stalin es una cuestión de principios que los verdaderos comunistas, los marxista-leninistas, deben enarbolar de forma combativa y con orgullo proletario. Defender a Stalin es defender el marxismo-leninismo y la revolución proletaria mundial, contra la burguesía, el revisionismo y el oportunismo.
Stalin está vivo y estará por siempre en la memoria y en el corazón de todos aquellos verdaderos comunistas que no se han dejado embaucar por los cantos de sirena de la democracia capitalista.
¡GLORIA ETERNA A NUESTRO GRAN CAMARADA STALIN, EJEMPLO DE RECTITUD Y FIRMEZA EN LA LUCHA POR UN MUNDO NUEVO!
¡APRENDER DE STALIN Y CONTINUAR SU OBRA Y SU CAMINO!
¡STALIN DE ACERO, ORGULLO DEL OBRERO!
¡VIVA EL MARXISMO-LENINISMO!
¡VIVA LA REVOLUCIÓN PROLETARIA INTERNACIONAL!
¡PROLETARIOS DE TODOS LOS PAÍSES, UNÍOS!

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